Un día despiertas en otro país, con una cultura completamente distinta a la que conocías y te das cuenta que esta es tu nueva realidad y que aquí pasas a formar parte de una minoría, y que dentro de esa minoría eres otra minoría más. Sin embargo, no hay arrepentimientos, sabes que un capítulo de tu vida ha terminado, y estás seguro que tomaste la decisión correcta. Tu país siempre estará allí.
Fui de las que pensé que jamás me iría de mi país. Nunca imaginé que la situación iba a llevarnos a hablar de emigración de una manera tan “natural”. Tampoco pensé que mis amigos más queridos estarían “regados” por varios países del mundo.
La situación que nos ha tocado enfrentar no ha sido fácil ni para los que nos hemos ido ni para los que se han quedado. Desde lejos vivimos pendiente de lo que sucede allá. Lo he dicho en otras oportunidades: la lección ha sido colectiva y todos los venezolanos donde sea que estemos tenemos una misión con nuestro país. A todos nos toca decidir algo simple: ver las cosas del lado negativo o del lado positivo.
Yo decido ver el lado positivo
El hecho de estar lejos nos hace pintarnos el rostro tricolor con más orgullo. Y llevar nuestras costumbres, acento y palabras a aquellos que conviven con nosotros. Estamos esparciendo nuestro país por el mundo. Gracias a que tantos venezolanos estamos afuera, los restaurantes con nuestra comida han proliferado, y hoy en las ciudades más importantes del mundo tenemos acceso a comernos una buena arepa, o unos buenos tequeños.
Ante la situación de escasez, estando afuera, y ganando en una moneda más fuerte podemos apoyar a nuestros familiares y amigos, enviándoles insumos y productos de primera necesidad.
Nos hemos unido más como comunidad. Uno se encuentra a un venezolano en la calle y ve luz. Lo quieres abrazar y conversar con el como si se conocieran de toda la vida. Porque ahora valoras ese compartir venezolano que antes dabas por sentado y hoy extrañas tanto.
Mi invitación es a dejar las quejas y tristezas de un lado. Y si bien es cierto que es lamentable la separación de familias y la tan nombrada “fuga de talento”, por otro lado hay que pensar que muchos venezolanos estando afuera tenemos acceso a seguir preparándonos profesionalmente, en condiciones más favorables.
Me gusta pensar que los venezolanos somos tan increíbles que el mundo se puso celoso y exigió que hubiesen más de nosotros regados por ahí, y que todos los que salimos, así como los que se quedaron tenemos una misión clara: dejar el nombre de Venezuela alto y hacer sentir al planeta lo orgullosos que estamos de ser venezolanos.
Así que cero tristeza, todo es como se vea, esto va a pasar y nuestro país volverá a ser mejor que antes, porque ahora los venezolanos sabemos el precio que tuvimos que pagar por rescatarlo de nuevo, y nunca lo olvidaremos.
Ilustraciones: Oscar Olivares.